Andalucía tiene una tradición milenaria en el cultivo de la vid y la elaboración de vinos, que se remonta a las primeras civilizaciones asentadas en esta tierra. Un clima típicamente mediterráneo, con precipitaciones irregulares, inviernos suaves y veranos muy calurosos y secos, ha sido idóneo para la producción de vinos con características singulares y de excelente calidad, que forman parte inseparable de la identidad y cultura andaluzas y han alcanzado una gran notoriedad a nivel mundial.
Por otro lado, en las últimas décadas se ha puesto de manifiesto el gran potencial de Andalucía para la elaboración de otros tipos de vinos cuya producción no era tan conocida hasta el momento, como, por ejemplo, los vinos tintos. El amplio abanico de productos vínicos que ofrece la Comunidad se debe a su diversidad agroclimática derivada de factores como la orografía y la posición estratégica entre dos mares, factor que conlleva influencias tanto atlánticas como mediterráneas en la maduración de la uva.
Este prestigio ha derivado en el reconocimiento de su marchamo a través de ocho Denominaciones de Origen Protegidas (seis Denominaciones de Origen y dos Vinos de Calidad), distribuidas en seis zonas de producción y dieciséis vinos con Indicación Geográfica Protegida, también denominados Vinos de la Tierra, distribuidos por varias provincias.
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